Margarita Suárez, originaria de Mérida (México) falleció la semana pasada debido al empeoramiento de su salud en los últimos tiempos.
Durante buena parte de su vida se dedicó a alimentar a a perros y gatos callejeros. No tenía espacio en su domicilio para adoptarlos pero sin embargo si podía ofrecerles comida a la puerta de su casa, donde los animales esperaban ansiosos su ración de alimento.
Por eso, el día de su funeral se presentaron en el dos perros callejeros a los que Margarita había alimentado. Nadie les había invitado, pero allí se presentaron como cualquier familiar o amigo.
La gente pensaba que eran propiedad de alguno de los asistente al funeral, pero ninguno de los que asistieron era su dueño. Y evidentemente nadie les había guiado hasta donde se celebró el funeral, si no que lo encontraron por su propios medios.
Lo más curioso es que durante el cortejo fúnebre mas perros se fueron incorporando y siguiendo al coche hasta el tanatorio, que no abandonaron hasta que el cuerpo estuvo preparado para ser incinerado.
De hecho, cuando los restos de Margarita Suárez fueron trasladados a la iglesia, un grupo de perros siguió al coche fúnebre. Después de esperar a las puertas del edificio, escoltaron de nuevo al automóvil hasta el tanatorio; y sólo se fueron por donde habían venido cuando el cuerpo estuvo listo para ser incinerado.
Foto de http://www.lifewithdogs.tv/