¿Cómo reconocer la sarna en mi perro?
La presencia del ácaro provoca intensos picores en la piel del perro. El animal se rascará las zonas afectadas de un modo persistente. Si el can se araña, provocará heridas en su piel. Cuando la sarna está muy avanzada, aparecen calvas y un fuerte olor a rancio.
Para detectar la sarna sarcóptica son necesarios los raspados de piel, debido a las profundas galerías que excavan los ácaros que la provocan. Una pronta visita al veterinario es clave para la recuperación de nuestro perro, ya que la enfermedad empeora con el tiempo.
Las manchas de color rojo en la piel pueden alertar de que nuestro perro padece sarna de tipo demodécica. Son estas manchas rojizas las que explican que este tipo de sarna reciba el nombre de sarna roja. Los molestos sarpullidos pueden extenderse por todo el cuerpo. Cuando se detectan estos síntomas, hay que acudir al veterinario.
¿Cómo contrae la sarna un perro?
El impacto de la sarna sobre la salud de nuestro perro y sobre las personas que viven con él (en el caso de la sarcóptica) es grande. Por ello, conviene tomarse en serio las medidas de prevención de la enfermedad.
Un perro sano es más fuerte para resistir las infecciones. Las medidas de cuidado de nuestra mascota que sirven para prevenir la sarna son sencillas: velar por la salud de nuestra mascota, respetar su calendario de higiene y el cepillado del pelo del perro, y ofrecerle una comida equilibrada de buena calidad. La sarna se ceba con los perros débiles y con los que tienen parásitos intestinales. Además, algunos tipos de sarnas son muy contagiosos: mantenga al perro alejado de animales infectados por ácaros.
¿Es peligrosa la sarna en los perros?
La sarna comienza como una enfermedad localizada, pero no tarda en extenderse por la piel del perro. Una hembra de ácaro expulsa entre 20 y 40 huevos en cada puesta. Los huevos de ácaro eclosionan antes de cinco días y, al cabo de dos semanas, los molestos ácaros están listos para reproducirse de nuevo. La rapidez con la que el parásito se reproduce obliga a extremar la vigilancia.
“No obstante, la sarna por sí sola no es mortal para el perro”, explica la veterinaria, quien advierte de la posibilidad de que la sarna se agrave con “infecciones posteriores de bacterias y hongos”. Estas infecciones, si se acentúan, sí pueden resultar mortales para el perro.
El animal responde al picor de la sarna rascando las partes de su cuerpo afectadas por la enfermedad. Los arañazos repetidos en las mismas zonas no permiten que las heridas cicatricen de forma adecuada, por lo que pueden infectarse. Si la contaminación por microorganismos, bacterias y hongos se expande, la infección puede acabar con la vida del animal.
El picor persistente tiene además efectos sobre el estado de ánimo del perro. Le distrae y aturde. Y un animal desconcertado puede olvidarse de comer si no es capaz de concentrarse en la comida. Si la falta de alimentación se prolonga, puede ser mortal para nuestra mascota.
Un animal afectado por la sarna, y turbado por el picor constante, puede abandonar asimismo la ingesta de agua y morir por deshidratación. En el caso de la sarna de tipo sarcóptica, la enfermedad puede transmitirse a las personas del entorno, por lo que se han de extremar las medidas de prevención.
La sarna del perro: tratamiento
El tratamiento veterinario de la sarna incluye insecticidas inyectados y aplicados sobre la piel. A veces tienen forma de champú para perros o loción, que incluyen productos que acaban con los ácaros y refuerzan el tratamiento. Si la sarna se extiende de forma generalizada por el cuerpo del perro, se recomienda rasurar el pelo del animal para aumentar la eficacia de las lociones. En cualquier caso, el veterinario le informará del tratamiento adecuado para cada perro.
Una hembra afectada por la sarna que aún alimenta a su prole puede transmitir la enfermedad a los cachorros. La sarna sarcóptica es muy contagiosa: pasa a los lactantes a través de la leche. La afección de los pequeños suele concentrarse en la zona de la cara. No obstante, las infecciones por ácaros en los cachorros no suelen necesitar tratamiento, ya que tienden a desaparecer por sí solas. Si persisten durante más de un mes, se debe acudir al veterinario.
Fuente: consumer.es